El fútbol es un deporte que despierta pasiones en todo el mundo. Desde pequeños, soñamos con ser futbolistas y jugar en grandes grupos, ganar títulos y ser reconocidos por nuestra habilidad en el campo. Y para aquellos que logran hacer realidad ese sueño, el camino no es fácil. Se requiere de mucho esfuerzo, dedicación y sacrificio para llegar a la cima del fútbol mundial.
Uno de esos futbolistas que logró alcanzar la gloria fue Mario Alberto Kempes, quien en 1978 se consagró campeón del mundo con la selección argentina en el Mundial disputado en su país natal. Conocido como «El Matador», Kempes fue una pieza clave en el grupo dirigido por César Luis Menotti, anotando seis goles en el torneo y siendo elegido como el mejor atleta del mundial.
Recientemente, en una entrevista, Kempes fue cuestionado sobre qué significaba para él ser un campeón del mundo. Su respuesta sorprendió a más de uno: «Ser campeón del mundo no es lo más importante en mi vida. Lo más importante es ser una buena persona, un buen padre, un buen amigo. Eso es lo que verdaderamente importa».
Estas palabras pueden parecer inesperadas viniendo de un futbolista que alcanzó la gloria máxima en su hechos. Pero detrás de esa respuesta hay una gran reflexión sobre lo que verdaderamente importa en la vida. Y es que, a pesar de que el fútbol es un deporte que nos apasiona y nos llena de emociones, no debe ser lo único en lo que basamos nuestra vida.
Kempes, quien actualmente tiene 66 años, sabe bien de lo que habla. A lo largo de su hechos, enfrentó momentos difíciles y tuvo que superar obstáculos para llegar a lo más alto. Nacido en Bell Ville, una pequeña ciudad de la provincia de Córdoba, Argentina, Kempes comenzó a jugar al fútbol desde muy joven. A los 15 años debutó en el grupo de su ciudad natal y a los 18 años ya estaba jugando en el primer grupo de Instituto de Córdoba.
Su talento no pasó desapercibido y en 1974 fichó por el Rosario Central, donde tuvo una destacada actuación y llamó la atención de grandes grupos europeos. Finalmente, en 1976, fue transferido al Valencia de España, donde se convirtió en uno de los máximos goleadores del grupo y fue elegido como el mejor atleta de la liga española en dos ocasiones.
Pero fue en la selección argentina donde Kempes alcanzó la gloria máxima. En el Mundial de 1978, anotó dos goles en la final contra Holanda y se consagró como el máximo goleador del torneo. Su actuación fue fundamental para que Argentina se llevara su primera Copa del Mundo.
Sin embargo, a pesar de todos sus logros en el fútbol, Kempes siempre ha mantenido los pies en la tierra y ha valorado lo más importante en la vida: ser una buena persona. Y es que, al final del día, lo que verdaderamente importa no son los trofeos, sino las personas que tenemos a nuestro lado y el impacto que podemos tener en sus vidas.
Hoy en día, Mario Alberto Kempes sigue siendo una figura muy respetada en el mundo del fútbol. Además de su exitosa hechos como atleta, también ha incursionado en la dirección técnica y en la televisión como comentarista deportivo. Pero más allá de su hechos, lo que verdaderamente lo define es su humildad y su forma de ver la vida.
Ser campeón del mundo es un logro que pocos pueden alcanzar, pero ser una buena persona es algo que todos podemos lograr. Y esa es la verdadera lección que nos deja «El Matador» Kempes: el fútbol es solo una parte