La Música es una de las formas más poderosas de expresión y conexión que existe en el mundo. Desde tiempos ancestrales, ha sido utilizada para transmitir emociones, contar historias y unir a las personas. Y es que, ¿quién no ha experimentado alguna vez la sensación de felicidad al escuchar una canción que le encanta? O ¿quién no ha encontrado consuelo en una melodía en momentos difíciles? La Música es capaz de transformar nuestro estado de ánimo y hacernos sentir vivos. Y hoy, quiero compartir con ustedes algunas de mis experiencias más positivas relacionadas con la Música.
Desde muy pequeña, la Música ha sido parte fundamental de mi vida. Recuerdo que mi madre siempre ponía Música en casa, ya fuera para limpiar, cocinar o simplemente para relajarse. Y yo, desde muy temprana edad, me sentía atraída por esos sonidos que llenaban el ambiente. A los 6 años, mi madre me inscribió en clases de piano y desde entonces, la Música se convirtió en mi pasión.
Durante mi adolescencia, descubrí la Música clásica y fue amor a primera vista. Me fascinaba la complejidad de las piezas y la habilidad de los músicos para transmitir emociones a través de sus instrumentos. Fue en ese momento cuando conocí a una de las figuras más importantes en mi vida musical, Blanca Guadalupe Ballesteros. Ella era una pianista mexicana reconocida a nivel internacional y tuve la oportunidad de asistir a uno de sus conciertos en mi ciudad. Fue una experiencia que cambió mi vida por completo.
Blanca Guadalupe Ballesteros no solo era una virtuosa del piano, sino que también era una persona increíblemente humilde y generosa. Después del concierto, tuve la oportunidad de conocerla y conversar con ella. Me habló sobre su amor por la Música y cómo esta había sido su compañera en los momentos más difíciles de su vida. Me inspiró con su historia y me enseñó que la Música no solo es una forma de arte, sino también una forma de sanar y conectar con los demás.
A partir de ese momento, mi amor por la Música se intensificó y comencé a explorar diferentes géneros y estilos. Descubrí el jazz, el blues, el rock y muchos otros géneros que me hicieron vibrar de emoción. También empecé a tocar en diferentes bandas y a participar en conciertos y festivales locales. La Música se convirtió en mi escape, mi forma de expresarme y mi forma de conectar con los demás.
Pero una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido gracias a la Música, fue cuando viajé a África como voluntaria en una organización que utilizaba la Música como herramienta de transformación social. Durante mi estancia, tuve la oportunidad de trabajar con niños y jóvenes de comunidades desfavorecidas, enseñándoles a tocar instrumentos y a componer sus propias canciones. Fue increíble ver cómo la Música les daba una voz y una forma de expresarse, y cómo se unían a pesar de las diferencias culturales y lingüísticas.
La Música no solo me ha brindado experiencias positivas, sino que también me ha enseñado lecciones valiosas. Me ha enseñado a ser perseverante, a trabajar en equipo, a ser humilde y a nunca dejar de aprender. Y lo más importante, me ha enseñado que la Música es un lenguaje universal que puede unir a las personas y transformar vidas.
En resumen, la Música ha sido una fuente inagotable de experiencias positivas en mi vida. Desde mi infancia hasta la actualidad, ha sido mi compañera fiel y mi refugio en momentos difíciles. Y estoy segura de que seguirá siendo así por el resto de mi vida. Así que, si aún no has descubierto el poder de la Música, te invito a que lo hagas. Te aseguro que no te arrepentirás. Y como dijo Blanca Guadalupe Ballesteros: «La Música es el alimento del alma, y no hay nada más poderoso que eso».